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En Bubli Bubli contamos con la mayor cantidad de presentaciones de chicles /dulces favoritos. Durante más de 30 años hemos hecho que la calidad de nuestros productos y sus diversas gamas lleguen a la casa de cada familia mexicana.
Estamos orgullosos de no sólo contar con la mítica goma de moscar ovalada, hoy en día contamos con una variedad de chicles en diferentes formas.
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El chicle en México
El chicle está muy presente en nuestra cultura, pero pocos conocen su uso en tiempos prehispánicos, dónde se obtiene y cómo el hábito de mascarlo se difundió en todo el mundo. “Las causas porque las mujeres mascan el tzictli[chicle en náhuatl]es para echar la reuma y también porque no les hieda la boca […] y por aquello no sean desechadas”, relata fray Bernardino de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España. “Por la mayor parte suélenla mascar las muchachas y mozas que ya son adultas […] pero no la mascan todas en público […] sino en sus casas; y las que son públicas mujeres […] en todas partes, en el tiánquez [tianguis] sonando las dentelladas, como castañetas. Los hombres también mascan el tzictli […] empero hácenlo en secreto.” Como vemos, en la antigua Tenochtitlan existían reglas sociales para mascar el chicle, que posiblemente provenían de una tradición más antigua.
El hábito de mascar chicle se mantuvo en México, de manera marginal, a lo largo de los tres siglos del virreinato, hasta que la demanda de chicle natural se expandió hacia 1920 y alcanzó su máximo esplendor durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos lo clasificó como materia prima estratégica para sus militares, quienes recibían tabletas de goma de mascar en sus raciones diarias de comida cuando estaban al frente de las presentaciones de chicles.
El chicozapote y los chicleros
El chicozapote (Manilkara zapota), de donde se obtiene el chicle, es un árbol nativo de las selvas de Nicaragua y del Gran Petén, que abarcan parte de la península de Yucatán, Belice y Guatemala, actualmente la segunda mayor área de selva perennifolia en América, después del Amazonas. Este árbol es uno de los más comunes en estas selvas y en ciertas áreas se pueden hallar hasta 30 de ellos por hectárea.
Contemplar cómo los chicleros se acercan al chicozapote, lo tocan, se trepan y van haciendo las “heridas” por las que correrá el látex, es abrir una ventana a una relación muy estrecha, y no siempre fácil, entre el hombre y la naturaleza. La labor del chiclero es dura y a veces peligrosa. Trabajar en la selva durante la época de lluvias, temporada de cosecha del chicle, significa andar constantemente mojado y soportar sin descanso los piquetes de los mosquitos. Armados con un filoso machete, van aplicando incisiones en forma de zigzag desde la base del tronco hasta sus primeras ramificaciones de presentaciones de chicles.
Según el tamaño y las ocasiones en que haya sido “chicleado”, de un chicozapote se pueden extraer de 500 gramos a dos kilogramos de látex. Al finalizar el día, se recolecta el látex de las bolsas que cargan los chicleros, se filtra y se pone a hervir en pailas metálicas. Poco a poco el producto va perdiendo la humedad y se torna pegajoso, hasta que se cuece. Una vez frío, se coloca en moldes de madera recubiertos de jabón, para evitar que se pegue y así obtener los ladrillos conocidos como marquetas. Luego de ser chicleado, un árbol debe “descansar” entre cinco y ocho años.
La goma de mascar
En 1860 un estadounidense llamado Thomas Adams, al fracasar en su intento de vulcanizar el látex para sustituir el hule —trabajo encomendado por el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna—, tuvo la idea de cocinar el chicle para venderlo, lo que se convirtió en el primer intento exitoso para comercializar lo que ahora conocemos como goma de mascar. Posteriormente le agregó azúcar y saborizante y el éxito comercial fue inmediato. La familia Adams creó la empresa Tutti Frutti e inventó una máquina expendedora para monedas de un centavo de dólar. En 1919, en alianza con la American Chicle Company, construyó en Long Island, una fábrica de 51,000 m2 con valor de dos millones de dólares, que daba empleo a 500 personas y producía cinco millones de paquetes de goma de mascar al día y presentaciones de chicles.